26 mayo, 2012

Capítulo 8

Quedan tan solo 3 días para que nos echen a la Arena, y Piuka nos pone a todos nerviosos. Cuando aparezco por el comedor, sólo está Mónak.
- ¿Dónde están todos?- le digo, un poco molesta por esta falta de educación.
- Ni idea. Creo que han tenido que ir a una reunión con no sé quién importante. ¿Tortitas?- pregunta, ofreciéndome el plato. Él ya tiene el plato lleno de calorías. Al principio, reniego, pero, ya que me convendría estar fuerte, acabo aceptando. Mientras me sirvo, Mónak me mira fijamente.
- ¿Por qué estás aquí?
- ¿Cómo?- respondo, molesta por su interés.
- Sí. ¿Quiénes eran tus padres, para que acabaras aquí?- sin mirarme a la cara, me lo dice de carrerilla.
Suspiro, y, con algo de dolor por los recuerdos, me enfrento a lo que algún día pasaría.
- Mis padres eran...trabajaban...- dudo, sin saber por dónde empezar.-Mi madre creó algunos de los mutos de la guerra. Ella desarrolló a los hombres-lobo con olor de rosas, y a los "monos". También a la mayor parte de los mutos que participaron en los últimos 10 Juegos. Mi padre...Bueno, él fue el que dirigía las tropas aéreas del Capitolio en los Distritos 2, 3, 8 y 11. Oh, bueno, y el detalle sin importancia de que mi abuelo era Snow.- noto un pinchazo de dolor.
Mis padres sólo luchaban por la paz, ¿no? ¿O tal vez era que querían más sangre en los Juegos? Mejor será que deje de hacer conjeturas. No me sientan bien.
- Bueno...¿Y tú?
De repente, Mónak muestra un gran interés por la decoración de plantas de los platos.
- Mi padre fue el inventor de las trampas de las 3 últimas arenas, y el que propuso que se boicoteara el sobre de los 75 Juegos del Hambre para apagar a los Distritos-me suelta, casi sin respirar.
No sé que responder a eso. Me limito a asentir, mientras él sigue observando las plantas del plato. De repente me mira.
- ¿Crees...? No, da igual.
- ¿Qué?
- ¿Crees que hacían lo correcto...al hacer los Juegos?
- Ellos no los inventaron. No tienen la culpa de nada.
- Ya, pero ellos contribuyeron a seguir su estela, a insistir a hacerlos, pese a que eran una salvajada, a que era injusto. No se merecían morir, todos aquellos niños. Más bien, se lo merecían los provocadores, los que crearon los Juegos, los que los siguen haciendo- me quedo muda. Nunca había oído algo así de alguien que vivía en el Capitolio.
No sé porqué han metido a Mónak aquí. Él no merece morir.
Una bombilla se enciende en mi cabeza. Sólo es una marioneta, un simple peón, con un propósito: hacer caer a Karlvilch.

1 comentario:

  1. Annie Cresta5/29/2012

    Oh... que bonito lo que ha dicho al final!!!! :(
    Me encanta, esta genial, Jauladenoche ^^ Sigue asi, guapa! :)

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