21 junio, 2012

Capítulo 15


distr1cts: El cielo es un lugar en la tierra con usted - raro-extraño 000.006 (por Adriano Sodré) en Lo Corazón.  http://weheartit.com/entry/28886145




Me lanza contra el suelo, mientras doy un corto grito. Se pone encima de mí, y me da un puñetazo . A modo de defensa, le doy una patada en el estómago, lanzándola contra la pared, y me levanto a trompicones. Inmediatamente, Mara ya está de nuevo embistiéndome, aunque ahora logro detenerla más o menos. Me da un empujón, y acabo encima de las mesas. Oigo a lo lejos algunos gritos, y risas. Veo a Mónak mirando fijamente, al otro lado de la sala, mientras se levanta junto a Karlvich. Intento distinguir de dónde provienen las risas, aunque estoy segura que de la mesa de los profesionales. Mara levanta de nuevo el puño, dispuesta a pegarme de nuevo, cuando me recompongo, y le doy una patada realmente fuerte en el estómago, que la hace ir de bruces al suelo. Estoy dispuesta a seguir pegándola, cuando unas manos fuertes me detienen. Al revolverme furiosa, veo los ojos serios de Mónak. Me sujeta por ambas manos, así que estoy completamente inmovilizada.
- ¡Suéltame! ¡He dicho que me sueltes! He de enseñarle a una zorra cómo debe comportarse.
- Spizer. Déjalo. No te rebajes a su nivel - me susurra al oído.- . Déjalo ya.
Las pronuncia de tal manera, que parece cansado, como si ya hubiera hecho lo mismo en un pasado que ahora parece a millones de años luz... Me pregunto cuál será . Y si algún día lo podré descubrir.
- Tienes razón - le respondo,  y me dejo llevar hasta la mesa en la que antes estaban sentados Karlvich y él.
Acabamos de comer en silencio, y nos dirigimos de nuevo al entrenamiento.
Me pregunto qué le habrán dicho a Mara para que se ponga así. Antes éramos amigas. Éramos inseparables. Íbamos siempre juntas, siempre. 
Al llegar a  la sala de Entrenamiento, Mónak me dice:
- Deberías mantenerte alejada de Mara. Por seguridad. 
- Sí...- le respondo. No me apetece tener odio entre nosotras ahora mismo. En la Arena, ya veremos..
- Y,si pasa algo, llámanos, no montes un combate de boxeo aquí en medio. 
- De acuerdo. Gracias. 
Asiente, y se marchan hacia las pesas. Los sigo con la mirada, hasta asegurarme de que no me vean, y me marcho corriendo. Las lágrimas resbalan por mis mejillas sin previo aviso. Se me emborrona tanto la vista, que tengo que parar y sentarme en el suelo detrás de una especie de estantería. Lloro sin parar, no puedo controlarlo. No lo soporto más. Quiero irme a casa. Por favor. Quiero que esto sea sólo un sueño, del cual me despertaré en cualquier momento, bajaré las escaleras, y me sentaré a desayunar con mis padres. Me pondré mi traje favorito, y me iré en busca de Mara. Saldremos las dos juntas, como antes, como siempre. Y puede que conozcamos a un chico llamada Mónak, del cual me enamoraré perdidamente, y con el que compartiré el resto de mi vida. Sí...Enseguida aparecerá mi madre, caminando por la esquina, diciéndome lo que tengo que hacer, como siempre, y yo correrá a abrazarla, y le diré que he tenido un mal sueño, una pesadilla, en la que me mandaban a los Juegos. Ella me dirá que eso es una tontería, y que deje de abrazarla, porque le estropeo el maquillaje. Yo me reiré, y aparecerá mi padre, preguntado qué pasa. Esa misma tarde, pasearé con Mara, iremos de compras, y luego ella se quedará a dormir en mi casa...
Cierro y abro varias veces para aclarar la vista, y asegurarme de que esta es la realidad, no es un sueño. Me levanto con dificultad, y me enderezo. Si este es mi futuro, y mi presente, lo miraré a la cara, a los ojos. Y viviré hasta el último minuto. 

17 junio, 2012

Capítulo 14

Chorros de sudor caen por mi frente mientras intento llegar a la cima de la pared. Esto cuesta más de lo que imaginaba. A medio camino, me detengo, y me giro para observarlo todo desde esa altura. La mayoría practican con armas, desperdigados por la zona de entrenamiento. Es un espacio grande, y bastante alto, pintado de un color gris metálico. A un lado, se encuentra la tribuna donde antes se colocaban los Vigilantes a observar los entrenamientos y puntuar a los tributos. Ahora, no hay nadie, está vacío. 
Un poco más lejos, distingo a Mónak y a Karlvich practicando juntos con las lanzas. Hace un poco de calor, así que se han quitado las camisetas. Incluso desde tan lejos, puedo ver el sudor resplandeciendo en la espalda de Mónak. Giro la cabeza, temiendo ponerme a babear como una doceañera delante de todo el mundo, y veo a Mara. La he estado evitando a posta todo el día, para no acostumbrarme demasiado a tenerla a mi lado. Está practicando con unos cuchillos, y parece que se le dan bien. Se está convirtiendo en una asesina experimentada. Deberé tener cuidado con ella, al igual que con un par de chicas y chicos más que parecen saber mucho de armas. Me vuelvo hacia la pared, y sigo escalando. Vuelvo a maldecirme por haber elegido hacer esto, pero es por mi bien. Si logro treparlo, podré subirme a cualquier cosa. Siempre y cuando tenga una cuerda de estas para engancharme. 
Cuando por fin llego arriba del todo, ya es hora de comer. Genial. He tardado más de media hora en llegar hasta aquí, ¿y ahora tengo que bajar? En fin. Me tocará tirarme. 
Después de un par de magulladuras, llego al comedor, donde me espera otra amarga sorpresa. ¿Dónde me siento? Tengo que evitar a toda costa a Mara, que parece haber hecho buenas migas con los que parecían saber de armas. Quién sabe. Puede que hasta nosotros tengamos tributos profesionales. Se acerca hacia donde yo estoy, así que me agacho detrás de una de las mesas. Me quedo ahí hasta que estoy segura de que se ha ido a la otra punta de la sala con los otros profesionales, y me atrevo a salir un poco. Me levanto poco a poco, y, cautelosa de no ser descubierta, me pongo a servirme.
Me siento sola, en una de las mesas, contra la pared, intentando pasar desapercibida, cuando entra Mónak. Genial. El que me faltaba. Todavía sigue sin camiseta, lo que desata algunas miradas entre las chicas, a las cuales miro con odio y rencor, dejándoles claro de que es mío. Detrás, aparece Karlvich, aún más musculoso que Mónak. Mejor. Las chicas se fijarán más en él. Y acierto. De inmediato se olvidan de Mónak y sus ojos verdes, para fijarse en los ojos azules y el pelo rubio claro de Karlvich. Son iguales de altura, y deben de tener la misma edad. Dejo vagar la vista por la sala, y veo a Mara mirándome fijamente. Mierda. Me ha descubierto. Se acerca lentamente con la mirada fija en mí, y yo me levanto sin apartar la vista tampoco. De repente, se hace un silencio mortal en la sala. Mara avanza mirándome, cada vez más seria. Nunca la había visto así. Antes de que me dé cuenta, ya estamos cara a cara. Por el rabillo del ojo, veo a los profesionales reírse por lo bajo. Me da tiempo a preguntarme qué ocurre antes de que Mara se abalance sobre mí. 
Esta es una de mis partes favoritas, tanto de la peli, como del libro...Me encantan ^^

16 junio, 2012

Capítulo 13

(Lo siento por haber tardado tanto en colgar el siguiente capítulo, pero es que estaba a rebosar de exámenes finales, trabajos...odio esta parte del curso. Menos mal que sólo queda 1 SEMANAAA!! yujuuuu!!. Bueno, os dejo con el capítulo. Que lo disfrutéis!)

Un silencio todavía más profundo que el anterior se apodera de toda el círculo. De reojo, observo a Mónak ponerse tenso, en guardia. Noto sus músculos debajo del traje, observo su suave frente perlada de pequeñas gotitas de sudor. Me gustaría poder consolarlo, poder abrazarlo; poder besarlo. Todos los tributos contienen la respiración. Dejo de observarlo. No es el mejor momento. Los vencedores se acercan un poco más a la barandilla, pero todos se paran para que una única figura se apoye en ella. La reconocería en cualquier parte. A su lado, su prometido, nos mira uno a uno, con...,¿tristeza, puede ser? No sabría decirlo con claridad. Katniss Everdeen, la cara de la rebelión, empieza a hablar. 
- Bienvenidos todos a estos últimos Juegos del Hambre. Espero que disfrutéis viendo morir a vuestros hijos, amigos, y conocidos, tanto como disfrutábamos nosotros. Que la suerte está siempre de vuestra parte. ¡Felices Juegos del Hambre!
Y se retiran. Los sustituye la presidenta Paylor, que acaba de entrar. 
- Sed todos bienvenidos a estos últimos Juegos del Hambre. Pese a no ser idea mía, sino de la presidenta Coin, se decidió seguir adelante con lo previsto pese a las innumerables quejas recibidas. Los vencedores votaron, y decidieron que se realizaran. Sus votos permanecerán en el anonimato. Dentro de 3 días, seréis conocedores de todo el dolor que nos habéis hecho sufrir. De las 24 personas que hay aquí, sed conocedores de que sólo una sobrevivirá- me siento confusa. El deseo de sobrevivir a costa de todos se empieza a evaporar rápidamente cada vez que miro a Mónak, que lo oigo, que lo rozo. Le amo. Y eso puede que acabe con mi vida. ¿Estoy decidida a morir por amor? Justo antes de que pueda dar respuesta a esa pregunta, Paylor ya ha desaparecido del balcón, mientras nosotros nos dirigimos de vuelta al edificio que se ha convertido en nuestro hogar, el último excepto para uno de nosotros. A saber quién será. Observo a los otros tributos por las grandes pantallas que hay distribuidas. Unos pocos parecen seguros y fuertes. Otros, parecen débiles. La mayoría, parecen asustados. Sólo uno puede resultar vencedor. Antes de que me dé cuenta, ya estamos dentro del edificio, subiendo a los ascensores.
Me dirijo a mi habitación decidida a quitarme el traje y el maquillaje, y dormir, cuando oigo a Piuka llorar otra vez. También oigo la voz de Taurus consolándola. ¿Qué demonios pasa entre esos dos? Me detengo a mirar por la rendija de la puerta.
- ¿Qué miras?  
Doy un bote gigantesco en mi sitio, lo que hace que Mónak se empiece a reír como un loco. Muerta de la vergüenza, le digo que pare de reírse, que no tiene gracia, pero no resulta muy creíble ya que yo misma me estoy aguantando la risa. Le pego en un brazo de broma, y él se protege entre risas. De repente se para. Tiene la cara seria. 
- No debemos hacer esto.
- ¿El qué?- le pregunto, confusa.
- Simpatizar. Ser amigos. Caernos bien. Lo siento, pero no puedo. No en la situación en la que estamos- se gira y se marcha, dándome la espalda, dándole la espalda a una amistad; dándole la espalda a nuestro amor. Pero, ¿qué estás diciendo? Él no siente nada por ti, N-A-D-A. ¿Porqué no acepto que no podemos tener nada entre nosotros? ¿Porqué? Y esa es la pregunta que lo resume todo, y la palabra por la que empiezan todas mis dudas. ¿Porqué? Seguramente, ya nunca hallaré respuestas, no en el lugar en el que estoy, no en el tiempo en el que estoy, no en la situación en la que estoy, a tan sólo 3 días de ser abandonada a merced de todos los otros tributos, listos para matarme. Puedo morir de tantas formas distintas en las próximas semanas... A saber qué infierno de Arena nos habrán preparado. Me dirijo a mi habitación tambaleante. Antes de darme cuenta, ya estoy metida en la cama, pensando en cómo sería mi vida si Mónak y yo nos enamorásemos fuera de aquí. Puede que comprásemos una bonita casa cerca del centro. Puede que tuviésemos hijos, y luego nietos, y, una vez jubilados, disfrutásemos de la vida juntos, sin que nada nos separase. Pudo haber sido...Pudo...Logro llegar a pensar en eso antes de dormirme, de soñar. Soñar con nuestra vida, juntos, fuera de aquí, lejos de este infierno. Cómo sería...

13 junio, 2012

Vestido de Spizer

Este es un dibujo de el vestido que llevaba Spizer para el desfile. No lo he hecho yo, claro está, sino Scarletfruit, una muy buena amiga mía, y, que, además, ¡es mi hija! No en la realidad, claro está, pero la he adoptado como tal. Espero que os guste. Aquí os lo dejo:


¿No es precioso? ^^

Un saludo!!

Me gustaría enviar un saludo a toda la gente que he conocido en el foro de los Juegos del Hambre. ¡Sois los mejores! Especialmente a mi pequeña family del ex-distrito 14, mis queridas Scarletfruit, ValeeMellark, Fly Rydwest, y KatnisslovePeeta. Otro saludo especial para Lily Abernathy, escritora de blogs como yo, y a todos los que publican fan-fics en el foro. Un saludo a todas ellas, y a todos los del foro!! :-*






P.d: el blog de Lily es Letters to Calypso, aquí al lado está -->

12 junio, 2012

Gif de LJDH ^^

Quería compartir con vosotros este gif sobre los juegos del hambre. Por desgracia, no puedo ponerlo aquí, así que os dejo el link. ¡Espero que os guste! ;)

09 junio, 2012

Capítulo 12

Me quedo en mi sitio, inmóvil, con los ojos  abiertos y clavados en el suelo. No puede ser. Nunca en mi vida me he enamorado, y he elegido el peor momento para hacerlo por primera vez. Estoy perdida. Todos salen del ascensor, pero yo me quedo donde estoy. No puede estar sucediendo. ¿Cómo voy a matarlo ahora?
No puede ser, no he podido enamorarme con tan poco tiempo.
¿Qué ha ocurrido para que me enamore? Pensaba que ya había empezado mi transformación en una asesina sin piedad. Ya lo he perdido todo. Mis padres, mi abuelo, mi familia,  Mara...A ella ya no la puedo tener en cuenta...En cualquier momento se podría volver a transformar en aquel monstruo que vi empuñando una espada en el Centro de Entrenamiento. No la puedo considerar mi amiga. Ya no.
- ¿Vienes o qué?
Me despierto de mis pensamientos, y los veo a todos junto a uno de los carros tirados por caballos. A Piuka es a la única que no distingo. ¿Dónde se ha metido? Bah, qué más da.
Me dirijo con paso lento y pausado hacia nuestro carro. Taurus y Capesta están diciéndole algo a Mónak. Todavía no he llegado a su altura, así que no puedo escucharles. Cuando llego, Mónak ya está subiéndose al carro.
- Saldréis en último lugar, detrás del carro de esa amiga tuya, Marla, o Mar, o cómo se llame.
- Se llama Mara, y ya no es mi amiga- le respondo, con la mirada fija en el suelo, y con voz fría.
Encogiéndose de hombros, me ayuda a subirme. Todavía hay luz, y observo cómo salen los primeros carros. Al acercarse nuestro turno, los caballos empiezan a andar. Cada vez estamos más cerca de la puerta, hasta que al fin llegamos al exterior. En contra de lo que sucedía los años anteriores, en los que todo el mundo gritaba y aclamaba, hay un silencio sepulcral. Seguramente, podría oír el zumbido de una mosca a 1000 metros.  Son casi todos habitantes supervivientes del Capitolio, aunque hay unos pocos rebeldes. Se les nota bastante, ya que la mayoría de ellos tienen algunas heridas y cicatrices.
Avanzamos lentamente por el pasillo que se ha formado hasta que empezamos a entrar en el Círculo central. Noto que Mónak se pone pálido. Tiene la mirada fija en algo o alguien, así que la sigo. Al principio no los distingo bien, pero entonces veo a una pareja, parecidos a él. La mujer le da la mano a otra, que se parece un montón a Kalrvich. Sus padres. Amigos íntimos. Su familia. Esa es su familia. Les observarán durante los Juegos, y verán morir a sus hijos, puede que a manos de su mejor amigo, puede que a manos de un desconocido; puede que a manos mías. Se me revuelve el estómago, y temo echar la pota aquí mismo. ¿Cómo voy a matarlo? ¿Cómo voy a matar a la persona de la que me he enamorado? ¿Cómo voy a matar a mi mejor amiga? ¿Cómo me matarán a mí?
Por desgracia, no tengo respuestas para esas preguntas ahora mismo. Pero lo peor es que puede que las tenga dentro de poco. Eso es lo que más miedo me da.


Antes de que me dé cuenta, ya estamos dentro del Círculo. En el balcón en el que solía estar mi abuelo esperando a los tributos, no hay nadie.
Nos miramos entre nosotros. Surgen algunos susurros entre el público, que cesan de repente al aparecer la sombra de alguien en el balcón. No hay ningún foco sobre la figura, así que no se puede adivinar quién es. Poco a poco, se le van uniendo más figuras, unas siete, creo, en total. Todos estamos aguantando la respiración. Un foco los ilumina por fin, y los distingo. Doy un pequeño salto de sorpresa en mi interior Son los culpables de que yo este aquí, de que estemos todos aquí. Son los vencedores, todos ellos, los últimos vencedores. Los responsables de mi muerte.

05 junio, 2012

Capítulo 11

Noto la suave tela pasar por mi cabeza. Es algo pesada, pero nada comparado con lo que solía llevar hace tan sólo tres días. ¿Tres días, ya? Sí. Qué rápido pasa el tiempo, y cuántas cosas han cambiado desde entonces.
- Gírate un poco a la derecha- dice Taurus, mi estilista, y mentor desde hace poco.-. Perfecta. Ya te puedes mirar.
Me miro al enorme espejo que hay en una de las paredes. Estoy...normal. No me veo ni más guapa, ni más fea que otras veces. Simplemente, se ha dedicado a maquillarme con un tono algo más oscuro del que yo utilizo, darme brillo con purpurina por el escote y la cara; pintarme los labios rojo fuego, los ojos azul mar, con un toque de delineador plateado y algo de color en las mejillas. ¿El vestido? Palabra de honor...Buf, nada del otro mundo. La tela, de tulipanes y amapolas que brotan desde la parte de abajo, bastante corta, hay que decirlo; es de color blanco oscurecido, con toques aquí y allá de azul, verde y morado claro, casi rosa. Los tulipanes son de distintos colorines: azules, naranjas, amarillos...Las amapolas se entremezclan con ellos.
En los pies, me ha puesto unos zapatos de tacón casi tan altos como los solía llevar, de ¿10? , no diría que de 15. Son fucsias, y son bastante bonitos. Me han peinado con un difícil recogido, con el pelo liso y tirabuzones aquí y allá. No estoy tan mal como pensaba. Creo que incluso me gusta.
- ¿Qué te parece?- pregunta Taurus.
- Está bien- le respondo, elevando ligeramente los hombros.
- Supongo que eso será lo  máximo que podré sacar de ti.
Hace una mueca al decirlo. Supongo.  Cambio de tema, ya que si le caigo mal tendré menos posibilidades de sobrevivir.
- Entonces, ¿en el desfile nos dividirán por carros, por trabajos? Porque si es así, no sé a qué distrito se supone que represento. Voy vestida de plantas, así que quizá del distrito 11, pero no puede ser, ya que mi habitación está en la planta 4ª, los que se dedican a la pesca. No lo entiendo.
- No lo sé, de verdad. A nosotros nos dijeron que simplemente creásemos vestidos como quisiéramos. Creo que eso les trae sin cuidado.
Asiento, sin saber qué decir. Les traigo sin cuidado. ¡Todos les traemos sin cuidado! ¿Qué somos, títeres? Yo, al menos no.
Ya es por la tarde, las ocho más o menos, y está a punto de comenzar a atardecer. No he comido, pero no pasa nada. Puedo aguantar perfectamente. He echo dieta miles de veces en mis 16 años. Podré soportarlo.
Llaman a la puerta, y aparece Capesta.
- ¿Estáis listos? Es hora de bajar. ¡Oh! Qué guapa estás, Spizer. Te sienta bien.
Refunfuño. No me apetece que nadie me eche piropos ahora mismo.
- ¡Hola! Vaya, Spizer, qué...bonito. Estás muy guapa.
Aunque de Mónak no me importaría. Él también está muy guapo, vestido con un un traje de color morado oscuro, con corbata azul oscuro incluida. Capesta le ha puesto un poco de delineador plateado, algo que resalta el color de sus ojos.
Me sonrojo. Pero un pensamiento asalta mi cabeza. "No debo enamorarme de él. No ahora"
Me recompongo como puedo, y dirigiéndome hacia la salida, le digo, sin apenas mirarle:
- Gracias. Tú tampoco estás mal.
Le aparto de la puerta, y me dirijo al ascensor, donde ya está Piuka esperando. Los demás me siguen, y nos montamos en él. Durante el trayecto, demasiado corto para mi gusto, me da tiempo a respirar, y a pensar con claridad. Pero ya es demasiado tarde para pensar. Me da la sensación de que he echo algo horrible, y no consigo comprender el qué hasta que se acaba el viaje, y pillo a Mónak mirándome. Me sonrojo. Y ahí está mi error. Me he enamorado.

03 junio, 2012

Lo siento!

Siento haber tardado tanto en crear el capítulo 10, pero me salieron asuntos inesperados que me hicieron retrasar la fecha. Pero bueno, ya lo tenéis aquí ;)
Espero que estéis disfrutando del blog, y, por favor, comentad si algo no os gusta, o pensáis que le falta.
¡Que la suerte está siempre de vuestra parte!

02 junio, 2012

Capítulo 10

Intento olvidarme de ello, pero me acosa el resto de la hora que pasamos sentados, Taurus y yo,  bebiendo té y contemplando el Capitolio. Desde que fue tomado por los rebeldes, no tiene la misma apariencia. Hay sitios que han quedado dañados, y otro, que, simplemente, son ruinas. Distingo a lo lejos la mansión de mi abuelo, con la gran avenida saliendo de ella, más demolida a medida que se aleja del centro. Algunos edificios de alrededor de esta están siendo reconstruidos, pero otros no corren tanta suerte. Yacen en montones de escombros, con todavía algunas sábanas blancas cubriendo los cuerpos que esperan a ser recogidos. Destacan tanto, que es imposible no verlos, sobre todas esas ruinas grises que antes eran viviendas, hogares, restaurantes; sitios donde la gente acostumbraba a reunirse con la familia, o amigos, contarse chismorreos o ver todos juntos los Juegos. Recuerdo unos especialmente. Yo tendría siete años, y por entonces mi madre pasaba más tiempo conmigo. Todavía no había entrado a trabajar para los Vigilantes. Una noche, me llevó a un salón de apuestas para observar con mi familia y amigos íntimos el primer día de los Juegos. Todo el mundo apostaba, discutía porqué aquel o este tributo era mejor. Todos querían llevar la razón. Ahora, todo eso está atrás, escondido en algún lugar de mi memoria, listo para saltar como un resorte en mis momentos de debilidad.
Cuando nos acabamos todo el té de la tetera que hay sobre una mesa auxiliar, Taurus se gira, y me mira.
- Bueno, ¿lista para tu sorpresa?- me dice, con una sonrisa.
- ¿Qué sorpresa?- me molesta que no quiera hablar sobre el tema, pero mejor me gano su simpatía. Mónak no tendrá esa suerte de compartir más tiempo con él, y sería una estúpida si no lo aprovechara a mi favor.
- La de la bolsa-responde, señalando hacia la bolsa que he dejado abandonada encima de la silla.
- Ah, eso...
Me levanto, y voy a por ella. Me vuelvo a sentar en el sofá, ahora más cerca de Taurus. La coge, se levanta, y me ordena que me ponga encima de un taburete que saca de debajo del sofá.
- ¿Qué vas a hacer?
- Probarte el vestido del desfile- me dice, como si tal cosa, mientras se concentra en bajar la cremallera sin que se enganche.
- ¿Qué cuándo es el desfile?
- Hoy.
Ya ha acabado de bajar la cremallera, y me mira.
- ¿Y porqué no me has avisado?- le respondo, enfadada.
- ¿Para qué?
- Principalmente, porque puede ser la última vez que vea el Capitolio antes de ser arrojada a un campo de batalla en el que gente que conozco y mi mejor amiga clamarán por mi sangre, aparte de que creo que me vendría bien un buen repaso en el centro de Renovación.
- ¿Tú? Pero si apenas tienes pelo en tu cuerpo, aparte de que gracias a la tecnología nunca has tenido ni tendrás un solo granito o imperfección.
- ¡Pero si tengo las cejas hechas un desastre!- y es cierto, dos pelos se han salido de su sitio, y no hay manera de volveros a colocar bien.
- Un momento- Taurus saca unas pinzas de depilar de su bolsillo, se acerca, y me los arranca.-. ¿Mejor, princesita?- dice, con una media sonrisa.
- Sí, gracias- respondo, mirándolo por encima del hombro.
Después nos echamos a reír a la vez. ¿Cómo he llegado a ser tan vulgar? Antes me preocupaba hasta por el último pelo de mi cabeza, en ver si mi peinado se había deshecho, en fijarme en la cara que ponía la gente para averiguar si le había gustado mi conjunto o no. He cambiado. Me he vuelto más vulgar, más sanguinaria, más mortal. Todos hemos canviado. La Arena nos cambia a todos.
Pase lo que pase, después nunca será igual.

29 mayo, 2012

Capítulo 9

Piuka irrumpe en medio de mis pensamientos. Tiene una bolsa muy grande en los brazos. Detrás de ella, entreveo a Capesta con una bolsa parecida.
- ¡Tú, conmigo!-exclama, señalándome.- ¡Mónak, con Capesta!
Nos limpiamos precipitadamente con la servilleta mientras engullimos el último trozo de tortita. Cruzamos una última mirada antes de que él desaparezca por la puerta. Piuka me espera impaciente, con la bolsa aún en las manos. Cuando me levanto, lo hago lentamente, lo que la enfurece todavía más.
La sigo por el pasillo, hasta que llegamos a una puerta cerrada con llave. Piuka se saca una del bolsillo del vestido, y abre. Empiezo a entrar cuando observo que ella no me sigue. Se ha quedado quieta.
- Toma.
Me entrega la bolsa, y me fijo en que pesa mucho.
- ¿Qué es?
- No tengo ni idea. Es cosa de Taurus.
- ¿Entonces por qué no ha venido él a por mí?- me siento desplazada. Y no me gusta.
- No podía. Y  ahora, entra- reniego.-. Spizer, entra ahora mismo o te juro que...
Antes de que pueda acabar la frase, ya estoy dentro. La estancia es casi tan grande como mi dormitorio, es decir, como una jaula para ratones. Hay un sofá rojo de por lo menos cinco metros de largo, con vistas al gran ventanal por el que se ve  todo el Capitolio. Las paredes, pintadas de naranja brillante, reflejan la luz del sol, que hace poco más de  hora que acaba de salir. Una pared es un espejo gigante, lo que le da más amplitud. A ambos lados de la puerta, hay dos maceteros enormes, con dos helechos cada uno. Taurus está sentado frente al gran ventanal, sorbiendo una taza de té. No espero a que me diga nada, y me dejo caer en el sofá.
- ¿Por qué no has venido a recogerme, como hizo Capesta?-le suelto.
- Tenía otros asuntos- dice, sin mirarme ni nada. Por favor, menuda falta de modales.
- ¿Cómo...?
- Hablar con el Mando- su poca colaboración me está irritando.
- ¿Y...?
- Me han comunicado...-se gira lentamente hacia mí. ¡Ya era hora!- que me toca ser vuestro mentor.
Se me cae el alma a los pies. ¿Mi mentor? ¿ÉL?
- Pero...¡¿Qué?! ¡Esto no tiene sentido! ¡No has participado en los Juegos en tu vida, no has corrido riesgos nunca, no sabes vivir sin nada de tecnología, belleza, y comodidades! ¡No comprendes...!- me callo. Ya lo he comprendido. Da escalofríos la voz con la que dice estas palabras:
- Lo sé.

26 mayo, 2012

Capítulo 8

Quedan tan solo 3 días para que nos echen a la Arena, y Piuka nos pone a todos nerviosos. Cuando aparezco por el comedor, sólo está Mónak.
- ¿Dónde están todos?- le digo, un poco molesta por esta falta de educación.
- Ni idea. Creo que han tenido que ir a una reunión con no sé quién importante. ¿Tortitas?- pregunta, ofreciéndome el plato. Él ya tiene el plato lleno de calorías. Al principio, reniego, pero, ya que me convendría estar fuerte, acabo aceptando. Mientras me sirvo, Mónak me mira fijamente.
- ¿Por qué estás aquí?
- ¿Cómo?- respondo, molesta por su interés.
- Sí. ¿Quiénes eran tus padres, para que acabaras aquí?- sin mirarme a la cara, me lo dice de carrerilla.
Suspiro, y, con algo de dolor por los recuerdos, me enfrento a lo que algún día pasaría.
- Mis padres eran...trabajaban...- dudo, sin saber por dónde empezar.-Mi madre creó algunos de los mutos de la guerra. Ella desarrolló a los hombres-lobo con olor de rosas, y a los "monos". También a la mayor parte de los mutos que participaron en los últimos 10 Juegos. Mi padre...Bueno, él fue el que dirigía las tropas aéreas del Capitolio en los Distritos 2, 3, 8 y 11. Oh, bueno, y el detalle sin importancia de que mi abuelo era Snow.- noto un pinchazo de dolor.
Mis padres sólo luchaban por la paz, ¿no? ¿O tal vez era que querían más sangre en los Juegos? Mejor será que deje de hacer conjeturas. No me sientan bien.
- Bueno...¿Y tú?
De repente, Mónak muestra un gran interés por la decoración de plantas de los platos.
- Mi padre fue el inventor de las trampas de las 3 últimas arenas, y el que propuso que se boicoteara el sobre de los 75 Juegos del Hambre para apagar a los Distritos-me suelta, casi sin respirar.
No sé que responder a eso. Me limito a asentir, mientras él sigue observando las plantas del plato. De repente me mira.
- ¿Crees...? No, da igual.
- ¿Qué?
- ¿Crees que hacían lo correcto...al hacer los Juegos?
- Ellos no los inventaron. No tienen la culpa de nada.
- Ya, pero ellos contribuyeron a seguir su estela, a insistir a hacerlos, pese a que eran una salvajada, a que era injusto. No se merecían morir, todos aquellos niños. Más bien, se lo merecían los provocadores, los que crearon los Juegos, los que los siguen haciendo- me quedo muda. Nunca había oído algo así de alguien que vivía en el Capitolio.
No sé porqué han metido a Mónak aquí. Él no merece morir.
Una bombilla se enciende en mi cabeza. Sólo es una marioneta, un simple peón, con un propósito: hacer caer a Karlvilch.

24 mayo, 2012

Capítulo 7

- Cuando dieron la alarma- comienza a contar Mara, con su suave voz-, mis padres y yo estábamos de camino a la avenida, dispuestos a olvidarnos de la rebelión y a comprar ropa. De repente, todo se llenó de agentes de la paz y soldados rebeldes mientras unas sirenas resonaban unos segundos antes de callarse. La guerra había llegado al corazón del Capitolio. Abrieron fuego, y la gente empezó a gritar. Nadie preguntaba, nadie. Sólo corrían, mientras los soldados disparaban. Mi padre nos empujó a mí a mi madre al suelo, y estaba pidiéndole que se tumbase él también, cuando cayó al suelo envuelto en sangre. Esa visión hizo a mi madre enloquecer. Cualquiera diría que fue una Vigilante Jefe. Se levantó a trompicones, y echó a correr hacia el callejón más cercano, mientras seguía gritando. Yo me quedé donde estaba, viéndola desaparecer sin siquiera volverse. Me tapé los oídos mientras los disparos y los gritos seguían sonando. Cada vez había más gente a mi alrededor ensangrentada, agonizando, o muerta. Fue horrible. Recuerdo ver cómo un chorro de vapor quemaba los cuerpos aún vivos de niños, adultos, soldados, civiles...Y después, nada. Sólo la oscuridad. Al despertarme, me encontré en la lujosa habitación, a modo de bienvenida a una nueva pesadilla.

Cuando termina su relato, soy yo la que la abraza. Nuestro tiempo de comer casi se ha agotado, pero al observar a mi alrededor, todos están algo llorosos, incluso Mónak, que abraza a su amigo. Mara se da cuenta de que le miro, porque no deja de resultarme familiar, hasta que ella dice:
- Es el hijo de Seneca, Karlvich. Seguro que se las van a hacer pasar canutas. 
- ¿Y a quién no? Cómo si no tuviesen suficiente con enviarnos a la arena, encima tenemos que enfrentarnos con nuestros seres queridos.

Entonces suena el timbre que nos avisa de que tenemos que volver. 
Pero, en vez de regresar al entrenamiento, nos llevan a nuestras habitaciones, donde aprovecho para cambiarme, y darme una ducha. Después, me dedico a vagar por el piso hasta que oigo unos sollozos detrás de una puerta. Es la sala de estar, y al asomarme, me encuentro a Piuka llorosa al lado de Taurus. Me quedo un rato en la puerta, para ver si logro averiguar el cotilleo, pero al cabo de un rato me harto y me voy en busca del tejado. Sé que hay uno, mi abuelo me contó una vez que un tributo se había intentado tirar desde él, y el campo de fuerza lo empujó hacia atrás con tanta fuerza que rompió varias macetas. Al cabo de un rato, a punto de abandonar, lo encuentro, y subo. Me paso toda la tarde haciendo collares con flores y poniéndoselos a un gato que hay por aquí. 
Al anochecer, aparece Capesta, diciéndome que  es hora de cenar. 
Cuando bajo, me encuentro a Piuka, todavía algo roja por llorar, a Mónak y a Taurus ya sentados. Comemos en silencio, hasta que es hora de irnos a la cama.
Cada noche, solía repasar lo que había sucedido en todo el día, para criticar mentalmente a todos. Hoy, lo vuelvo a hacer, sólo para ver a Mara dentro de mi cabeza. Un momento...¿Qué he hecho? No debería haberla tratado como antes. En la Arena, le dará igual todo. Sólo se preocupará por matarme. Ya nada volverá a ser tal y como era. Los Juegos me la arrebatarán también. Debo preocuparme sólo por mí misma. Sí. Sobreviviré... a cualquier precio.

22 mayo, 2012

Capítulo 6

"No puede ser". Esas son las únicas palabras que me vienen a la mente. Justo entonces, ella atraviesa un muñeco de espuma, o algo parecido, con una fuerza inusitada. Mónak se baja del ascensor, y se marcha. No le hago caso. Sólo tengo ojos para ella. Al dejar la espada, me ve de reojo, porque se pone blanca justo antes de girarse. Me quedo mirando su pelo caoba liso, sus ojos avellanas, sus facciones angulosas...Es un poco más bajita que yo, y algo más delgada. Nos observamos un rato más, hasta que las dos echamos a correr. Nos fundimos en un abrazo. Entierro mi cara en su pelo, aspiro su olor a fresas. Quiero recordarlo todo de ella. Nos mantenemos así un rato hasta que una mujer musculosa, que se llama Atala, nos manda separarnos. No le hacemos caso, y seguimos abrazadas mientras ella explica las normas. Para cuando nos separamos, descubro que todos y cada uno de los tributos tiene a algún ser querido entre sus...enemigos. Mónak se abraza a un chaval que debe tener su edad. Supongo que serán amigos. En otras parejas descubro rasgos parecidos. Tienen que ser familiares. Así que por esto quería Coin que hiciésemos un entrenamiento antes del desfile. Para desmoralizarnos. 
Cogidas de la mano, Mara y yo recorremos tranquilamente todos los puestos, deteniéndonos de vez en cuando para saludar a alguien. No intento hacer amigos, ni entrenar,ni acabar llena de sudor asqueroso, únicamente quiero disfrutar de los pocos momentos que me quedan junto a ella, antes de que nos suelten en la arena para que nos matemos. Pasan las horas, y nos mandan a comer. Mara y yo nos sentamos juntas, y le cuento la historia de la muerte de mis padres. Cuando termino, siento que las lágrimas se me van a salir, y ella me da un beso en la mejilla. Más tranquila, le pido que me cuente lo que pasó a ella.
Suspira profundamente, y empieza a contar...

21 mayo, 2012

Capítulo 5

"Me resultará más fácil a la hora de matarlo..." ¿Cuándo me he vuelto tan sanguinaria? Nunca en mi vida había pensado en matar a alguien, salvo si llevaba el mismo pintalabios que yo, pero me sorprende descubrir esa faceta mía. Igual tengo alguna posibilidad de sobrevivir. Igual no está todo perdido. Igual salgo vida con esta. O igual acabo haciéndoles compañía a mis padres. Quién sabe. Puede que los demás tributos sean más ineptos que yo. Pero..¿En qué estoy pensando? ¡Por supuesto que serán más inútiles que yo! Por favor...
- ¿Spizer?- pregunta Piuka.
- ¿Eh?-respondo, despertando de mi aletargamiento. Entonces me doy cuenta de que todos me están mirando. Me sonrojo.
- Perdón, estaba despistada. ¿De qué hablabais?
- Hablábamos de que debemos bajar a entrenamiento ya- responde Mónak.
- ¡¿Hay entrenamiento?!
- Pues claro. Coin dejó bien claro que quería que se realizase exactamente igual. Ya sabes, para que probaseis vuestra propia medicina. 
- Entonces...¿También habrán notas, patrocinadores, y entrevista?- pregunta Mónak con el ceño fruncido.
- Sí, no y sí. Se votó que no para evitar altercados. ¿Os vestís ya? Llegaréis tarde...- suelta Capesta, visiblemente irritada de tanta palabrería.
Salimos del comedor, y nos cambiamos rápidamente con una camiseta de manga corta fina negra con franjas grises en las mangas y unos pantalones largos ajustados también negros y con franjas grises a los lados. Lo rematamos con unas botas relucientes negras, para después meternos en unos ascensores. Se parecen a los que yo tenía en casa. Hecho de cristal transparente. Nada del otro mundo, aunque supongo que a los tributos de los Distritos les parecerá lo más maravilloso del mundo. Sonrío con suficiencia hasta que me doy cuenta de que ahora soy yo la que aparecerá en la televisión, la que deberá batirse en duelo a muerte, y la que deberá enfrentarse a una arena en la que habrá cantidad de peligros. Entonces me asalta una duda.
- ¿Los tributos no hacían el desfile antes de ir a entrenamiento?
- Sí, pero Coin decidió que primero haríais un entrenamiento...especial.
No entiendo a qué se refiere, pero por la forma en que lo ha dicho, no me tengo que esperar nada bueno. Vuelvo a pensar en Mara. Me pregunto dónde estará, si estará viva, o muerta. Dejo de preguntármelo en cuanto se abren las puertas del ascensor. Ya sé dónde está. 
Justo delante de mí. Empuñando una espada.

Capítulo 4

No he podido dormir en toda la noche. Cada vez que cerraba los ojos, veía una y otra vez la caída de mis padres. Aún no sé nada de Mara, pero le convendría estar muerta. Sus padres fueron unos de los Vigilantes más sangrientos. Los juegos de aquel año fueron en los que uno de sus tributos, un tal Titus, se comió a sus compañeros muertos. Se volvió loco. La mayoría de los vigilantes votaron que dejaran de enviar a los tributos hacia su dirección, pero la madre de Mara, que por aquel entonces era la Vigilante Jefe, ideó un extraño plan para que los Juegos de aquel año fueran los mas sanguinarios que se recuerdan.
Me levanto, y observo al Sol aparecer tras la silueta del Capitolio. Se adivina movimiento por debajo de nosotros, pero ya no me importa. Ya no pertenezco a ese mundo. 
Justo en ese instante, llaman a la puerta. Es Piuka.
- ¡Venga, venga, venga!. Tenemos cosas importantes que hacer. 
Me pregunto vagamente si tendremos entrenamientos, desfile y entrevista, aunque no me importa. Abro el armario, y escogo al azar unos vaqueros y una camisa con diminutas flores azules y moradas. 
Salgo al pasillo, pero no veo a nadie. Piuka debe de haber ido a despertar a Mónak. Mónak. Por un instante, me pregunto quiénes serán sus padres y qué habrán hecho para que él esté aquí, pero enseguida vuelvo a preguntarme qué será de mí. 
Me dirijo hacia el comedor, y allí descubro a Taurus con Capesta, hablando en voz baja. Se detienen en cuanto entro, pero no les hago caso. Me sirvo un poco de zumo de naranja, y un vaso de leche de soja con cereales bajos en grasas, todavía preocupada en mantenerme hermosa y delgada, cuando mi subconsciente me hace coger además una enorme taza de chocolate caliente. " ¿Qué más da? Si dentro de cuatro días estarás muerta, además, seguro que no hay ni patrocinadores ni desfile."
Suspiro levemente, y me siento al lado de Taurus. 
- ¿De qué hablabais? ¿O es un secreto de estilistas?
- ¡Jajajaja! No, estábamos comentado que qué te parecerá el traje para el desfile.
- ¿Habrá un desfile?-respondo, sin poder ocultar la sorpresa. 
- Sí, Coin dejó todo arreglado para esto antes de...-responde Capesta, bajando la mirada.
- No sé pensaba que Paylor lo habría canviado todo.
- No, ya fue aprobado, y no pudo hacer nada- responde Taurus. 
En ese momento aparece Mónak. No me fijé anoche en lo alto que es. Supongo que porque estaba sentado, pero, ahora que lo veo de pie, es un par de cm más alto que yo. Tiene el pelo castaño claro, corto, con ojos verde oliva, aunque con toques de azul. Es delgado, pero a la vez parece muy fuerte. Alto, atlético, guapo...Tendré que ir con cuidado con él. Si me empieza a caer bien, y le tomo confianza, no será bueno una vez estemos en la arena. Me podría atacar fácilmente por la espalda. Tomo nota de no hacer mucha amistad con él.
Me resultará más fácil a la hora de matarlo.

Capítulo 3

Mi cerebro se atasca, incapaz de digerir la información. No puedo ni siquiera llorar. Me quedo sentada, en la cama, sin moverme, sin casi pestañear. Taurus se levanta lentamente, y se despide. No le hago caso. Siendo la nieta de Snow, supongo que los rebeldes tendrán un espectáculo preparado especialmente contra mí. Irónico. Nuestro propio juego se ha vuelto en contra nuestra. Deambulo por la habitación, y acabo tumbada en el suelo, observando a las sombras del atardecer desapareciendo de las paredes y el techo color azul.
Alguien llama a mi puerta. Debe de ser una mujer, porque oigo sonidos de tacones. Se presenta como Piuka. No me digno ni a mirarla.
-Es la hora de la cena. Vamos.
Me levanto, y sigo una mata de pelo azul chillón a través del pasillo, hasta llegar a un comedor. Allí me esperan Taurus, una mujer que no conozco, y a un chico de un año menos que yo, creo. Me suena de haberlo visto a veces en el colegio.
-Spizer, te presento a Mónak. Es tu...compañero-dice Taurus.-. Y esta es Capesta, la estilista de Mónak. Yo soy el tuyo.
Asiento, observando la palidez de mi compañero. Yo debo de estar igual de horrible, pero ahora mismo no tengo tiempo de arreglarme. Oigo las conversaciones como a través de un cristal ancho, como distorsionadas, Sólo presto atención cuando Mónak pregunta cuándo empiezan los juegos. Piuka le responde que dentro de cinco días.
Unas personas que no conozco nos sirven la comida, de la que yo no pruebo nada. En mi vida he comido tantas calorías, grasas, e hidratos de carbono, y no pienso permitirme empezar ahora. No quiero presentarme a los patrocinadores (si es que hay, porque lo dudo mucho que dispongamos de esas ayudas) como una vaca lechera. Me levanto, y me dirijo de vuelta a mi habitación. Me pongo un camisón, y me meto en la cama. Sólo entonces, me pregunto qué será de mí. Tan sólo me quedan cinco amaneceres antes de que me metan en un campo lleno de gente que querrá mi sangre. Sólo entonces, me doy cuenta de que esto es lo mismo que pensarán todos los tributos que han pasado por el Capitolio.

20 mayo, 2012

Capítulo 2

Mi torrente de recuerdos se detiene al ver salir a un hombre de una de las habitaciones (espero que lo sean, no quiero considerar la otra posibilidad). Sin darme cuenta, he ido resbalando por la pared hasta quedarme sentada en el suelo, por lo que me siento muy vulnerable...
No es un avox, ni un agente de la paz, y ni siquiera tiene pinta de ser un soldado rebelde. Si lo es, no se parece en nada a los que nos mostraban por la televisión, no tiene ropas hechas jirones, ni heridas visibles, ni tiene cara de psicópata. En realidad, parece bastante normal, vestido con pantalones negros, una camisa blanca, y un pelo corto color caoba.
-Vaya, la princesa ya se ha despertado-suelta, ayudándome a levantarme.-. Llevas durmiendo un día entero.
No quiero decir nada, aunque mis labios  actúan con voluntad propia...
-¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Qué hago aquí?
Riéndose, consigue decir:
-Tranquila, que ya habrá tiempo para explicártelo. Ahora, volvamos a tu habitación para poder hablar con tranquilidad. por cierto, me llamo Taurus.
Me dirige hasta llegar a la puerta por la que he salido, y me hace sentarme en la cama. 
-Veamos, Spizer, ¿cuántos años tienes?
-Dieciséis
-Ajá, entonces, ¿cuántas veces habrías ido a la cosecha?
-Ninguna, vivo en el Capitolio.
-Pero, si no fueses del Capitolio...
Una terrible duda asalta mi cerebro. No puede ser. No. Esto. No. Puede. Estar. Pasando.
-¿Qué quieres decir?
-Spizer...
-No.
-Spizer...has sido elegida para ir a los Juegos del Hambre.

Capítulo 1

Me levanto temprano, mucho antes de lo habitual preguntándome si todo fue un sueño, si no ocurrió realmente...Pero al apartar las cortinas, mis peores temores se confirman: el Capitolio ha sido tomado por los rebeldes. Suspiro profundamente, y me pregunto que será de nosotros, ahora que somos simples esclavos. Recogo mi pelo rubio en una simple coleta, muy diferente a lo que solía llevar; me pongo una blusa blanca básica, uno pantalones verde oscuros y bajo a desayunar. Entonces, me doy cuenta de que esta no es mi casa...No recuerdo ese pasillo, ni reconozco las diferentes puertas, nada. Me pregunto dónde estaré...¿En una especie de mazmorras, tal vez? Lo dudo, por que no veo barrotes, ni rejas, ni  nada que me impida el paso por el pasillo. Avanzo muy lentamente, preguntándome dónde estarán mis padres. Entonces empiezo a recordar...
Después de que dieran el aviso de las tropas rebeldes, todo fue un caos. Recuerdo vagamente a los agentes de la paz disparando indiscriminadamente, sin preguntar, sin ver a quien se dirigían sus balas, sin ver si eran amigos o enemigos, adultos o niños. La niebla era tan espesa que no veían nada, ni siquiera yo pese a que me encontraba resguardada dentro del coche de mis padres. Entonces lo vi. Vi cómo mis padres caían por una especie de brecha que se había abierto de repente en medio de la calle. Los vi caer como a cámara lenta. Algunos se sujetaban a las puertas, las ventanas, las rejas...Hubo una chica que logró escapar por los pelos, saltando desde unos tres metros hacia una de las esquinas. Me acuerdo por que llevaba una capa roja muy bonita...Me quedé dentro del coche, agachada entre los amplios asientos, sollozando por la pérdida de mis padres, y , sí, también por el miedo. Me pregunté si mi amiga Mara estaba a salvo...

Presentación

Para todos aquellos fans, que, como yo, quedaron fascinados por la saga de Suzanne Collins; The hunger games, Los juegos del hambre en español.
He decidido crear un blog sobre cómo serían los últimos Juegos del Hambre, aquellos de los que se habla al final de Sinsajo. Contiene spoilers, así que os recomiendo que  leáis antes Sinsajo; además de que así lo entenderéis mejor.
Espero que lo disfrutéis.